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AIRES ABIERTOS

Contemplándote

Contemplándote

        Paseaba a esas primeras horas del amanecer con esa llave de tu casa, que me diste un día. Para que no tengas que llamar, me dijiste. Subí las escaleras despacio y abrí la puerta sin hacer ruido. Allí estabas tú acostada en tu cama.

        Cogí una silla y me senté cerca tuya, como un espectador invisible que disfruta descaradamente del hermoso espectáculo que se abre ante sus ojos, de tu cuerpo que se alargaba boca abajo ahuecando un colchón que es feliz de sostenerlo. Veía tus pestañas cerradas, relajando tus ojos y tiznando de suma quietud tu rostro; tus labios sueltos, sin esa presión a la que le obligan los músculos, brillando en la oscuridad, con la levedad de la saliva, y encerrando tras ellos, placidez, deseos, palabras, sonrisas, pasión, ternura…¡qué de cosas pueden encerrar unos labios cuando se tiene la capacidad de mirar a su través! 

         Me costaría trabajo, con esa poca luz, el ver tu pelo negro, pero seguro que esforzándome en abrir las pupilas era capaz de verlos y gustarlos con mi mirada, no con esa especie de casco estático que te ponen en la peluquería, sino con ese grato desatusamiento que es producido por los movimientos espontáneos de tu cara acariciada por la almohada. Y sé que tendría ganas de acariciarlo, de pasar mis dedos, suavemente, entre ellos; pero no lo haría para no despertarte y que se pudiera interrumpir este mágico momento         

          Miraría tus manos estilizadas, con tus venas que esculpen pequeñas alturas que mis dedos pugnarían por escalar hasta encontrar de premio el tacto suave de tus uñas y estaría atento a contemplarlas cuando en un movimiento espontáneo sale de su ocultamiento bajo la almohada.         

           Y me pondría a mirar tu camisón, cortito, resultón que traza las líneas de tu cuerpo con más cuidado y habilidad que el mejor diseño realizado con un estilógrafo de tinta china.  Tela enriquecida por tu mero contacto, que con sus estudiadas aberturas  convierten tu cuerpo en una exhibición traviesa ante mis ojos, ondulaciones superiores que despiertan traviesamente en mí sentimientos lógicos pero inconfesables. Ondulaciones inferiores que curvean la tela y hacen surgir como dos cataratas de plata tus piernas hermosas y seductoras. Largo y sinuoso camino de quien se empeñara en recorrerlas saboreando el paseo para terminar en esos pequeños apéndices, a veces destacados en colores brillantes, que semejan bombones por su aspecto y dulzor. Eso dicen…porque sólo un@s afortunado@s han disfrutado del exquisito placer de que se lo saboreen unos instantes sin que su cuerpo estallara en estridentes cosquillas. ¿Tú eres de es@s?         

         Y disfrutaría, sin prisas, de aquella regalada visión. Disfrutar y prisas ¿hay dos palabras más incompatibles? Y como todo cuerpo en que late un corazón, la quietud no sería eterna y, tarde o temprano, empezarías a agitarte. Al principio muy lentamente, como un rumor o como la ondulación de un agua plácida, que se contagiaría de una célula a otra y luego con ese desperece, que parece engrasar tus articulaciones, bostezando y estirando tus brazos a distancias imposibles y dejando a la doble caricia de mi vista y el aire esa desnudez de las axilas, que nuestros brazos ocultan más por comodidad que por pudor.         

         Y vería, mientras esbozo una sonrisa, como tus ojos trabajosamente escarban para vislumbrar la luz del día y tu cara de sorpresa al descubrirme en aquella deleitante contemplación. Y probablemente, no sería capaz de evitar, ni siquiera lo intentaría, las estrellas de colores producidas por ese movimiento brusco e intenso de tu cuello que conduciría nuestros labios a chocar en el aire.

4 comentarios

Äfrica -

Mucho mejor que contemplar la supuesta mejor obra de arte jamás creada, donde va a parar!


Äfrica

churra -

Que gusto estar dormida contigo sebtado al lado . (por el despertar )
Besos

pandora -

realmente precioso, tanta ternura, tanto cariño que se desprende de tu relato...

un beso desde mi caja.
pandora.

panterablanca -

Qué hermosura, Aires. Realmente precioso.