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AIRES ABIERTOS

En esas horas...

En esas horas...

     En esas horas donde el bullicio de la calle se convierte en rumor y las farolas iluminadas salpican la calle, apago las luces y me dejo arrastrar, por el agotamiento del día, hasta la cama. Introduzco mi cuerpo entre las sábanas, gustando su cálida acogida, mientras ella duerme a mi lado, separada de mi cuerpo por un acantilado tan invisible como imposible de salvar.

         Abro los ojos a la oscuridad de la habitación y adivino sus muebles y como quien visualiza espectros, atisbo esas imágenes de quienes hoy, de cualquiera de las maneras, se cruzaron conmigo. Algunos se disuelven en la nebulosa de la memoria. A ti, sin embargo, te percibo nítidamente tu rostro, tachonado de esas arrugas sonrientes que tanto me encantan, tus curvas que oscilan entre la persiana y yo y tus angosturas que me cargan de deseo  a estas horas teóricamente plácidas.  Saco mi mano al aire, con un gesto que quiere asir la tuya. Y soy capaz de sentir su apretura en la mía, captando su calidez entretejida entre los huesos. Te tiro de ella y te arrastro a mi lado, bajo la manta. Puedo sentir tu piel adherida a la mía como en un largo beso, como te acurrucas entre mis brazos y tomas mimosamente mi sexo en tus manos, para de pronto, sentirme tan a gusto que se cierran pesadamente mis párpados dejándome llevar por el sueño.

2 comentarios

Abril -

Me gusta especialmente este post.
1000 besos.

Lydia -

En esos momentos de oscuridad total, eres capaz de ver cada detalle, aun con más claridad...