Cada mañana
Cada mañana
me despierta tu nombre
engarzado con guirnaldas
a través de la ventana.
Bajo a la acera,
me acompañas
y persigues
aunque yo no quiera.
Me esfuerzo en olvidarte,
en que te lleve el aire
y desaparezcas,
en no recordarte.
Insistes machaconamente,
las nubes dibujan tu cara,
los árboles tu cuerpo deseoso
y tu aire sensual ahoga mi mente.
He olvidado tus desprecios,
las muchas espaldas
que me diste
y tus indiferentes silencios.
Sentir tus caricias aún me parece,
el sabor de tus labios,
el rumor de tus palabras en mis oídos
y mi nostalgia que crece.
¿Por qué este lastre y esta carga?
¿Dónde conseguir un pincel
con que borrar esta ristra de recuerdos
que me atrae y amarga?
Todo el día me acompañas
agujereándome el ánimo.
Y cuando al anochecer
me encuentre con la almohada
sólo espero que al despertar
no vuelva a recordarte,
de nuevo, en la mañana.
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