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AIRES ABIERTOS

En el sofá

En el sofá

        Estaba tumbado en el sofá, sumido con un libro entre mis manos, cuando al pasar la hoja, mi mirada se distrajo hacia la ventana y se perdió más allá de las nubes. Cerré los ojos y apoyé el libro sobre mi pecho. Fue cuando sentí la puerta que se abría y el aire me trajo el aroma de tu presencia, cuando intenté decir algo tu dedo delante de tus labios reclamó mi silencio. ¿Cuándo habías llegado?

       Te acercaste a mí con tus andares de gacela, mientras te desprendiste de tu vestido, todo lo que tenías sobre tu cuerpo, que voló sin alas hasta la silla. Seguí estático sobre el sofá mientras que tus rodillas se aposentaban a ambos lados de mis caderas. Inclinaste tu cuerpo con lo que tus pechos se me acercaron, por el aire, con una seductora, pero descompensada oscilación. Intenté apresar tu pezón con mis labios, pero me dijiste que hoy querías mandar tú. Quedé quieto mientras tus dedos con habilidad artesana fueron separando cuantos botones y ojales se encontró en la exploración que realizó desde mi pecho hasta mis pies.

        Te volviste a sentar sobre mi barriga, ahora sin telas que separaran nuestras pieles y tu alfombrilla de pelos cortos cosquilleó mi ombligo. Tus manos iniciaron caminos variados sobre mi pecho y hasta escalaron las cimas placenteras de mis tetillas. Deslizaste tus nalgas hacia atrás, con lo que dibujaste una línea de aromática humedad sobre mi pubis. Tus brazos rodearon mi cuello y tus labios empezaron a producir besos que se repartieron por todo mi cuerpo y extrayeron más de uno del interior de mis labios. Con un hábil movimiento sin manos me colocaste en tu interior. Tus movimientos vivos y hábiles hicieron que tu cuerpo se sacudiera en el aire en pocos segundos y que, seguidamente, todo mi placer acumulado fluyera...

       Aquella humedad inferior me despertó. El libro estaba caído sobre mi pecho, tras la ventana habían aparecido las estrellas. Tal vez fuera cosa mía, pero el aire de la habitación estaba teñido de ti.

5 comentarios

notoy -

Me ha encantado...

Isabel -

A veces se siente más con los sueños que con la realidad, a veces la realidad no es más que un sueño. Besos.

Lydia -

Que bonitas palabras... has conseguido formar una ilusión y un sueño, empezando por algo romántico y precioso y acabando con lo más excitante del mundo. Genial

prometeo -

Deliciosos, recuerdos de juveniles sueños y poluciones; sueños son sueños y quien no sueña?...un abarzo.

lamas -

Hola Aires! Te doy aquí la bienvenida a mi blog, por si se diese el caso de que no vuelves a visitarlo (el pesimismo me rodéa esta mañana). No tengo excesivo tiempo para leerte a fondo y, teniendo en cuenta que escribes desde 2005 no creo que logre leerte enteramente. Me limitaré a felicitarte, al menos, por tu constancia.

Respecto a "En el sofá", dos cosas me llamaron la atención:

-Que uses la frase "con tus andares de gacela" que no puedo evitar que me recuerde a "El tractor amarillo".

-Y la expresión "Quedé quieto", que me resula familiarmente noroesteña y me despierta la morriña.

En conjunto no está mal, quizá ya un poco manido lo de despertarse de un sueño, pero cuando está bien contado sigue siendo un final-sorpresa bonito a la par que triste, segun el contexto de la escena narrada.

Me ha gustado mucho "Echar de menos", te recomiendo que revises la primera frase porque no me acaba de sonar bien, quizá arreglando los signos de puntuación se solvente.

Un saludo veraniego para tí tambien!!

Nos leemos!!