Para ti
Una vez más te traigo hasta aquí Celia. Sé que andas lejos que ahora es tiempo de que navegues con tu navío surcando esas olas inquietas, pero esta mañana no pude dejar de acordarme de ti.
He dormido bien esta noche, pero cuando me desperté estaba inquieto. Con esa inquietud que crean las carencias y las frustraciones; y mi mente, aprovechando un hueco en la ventana, voló hacia ti. Reviví sentimientos y sensaciones, querencias y locuras. Volví aquel día en que quitándote el pañuelo que tenías anudado a tu cuello me dejé atar las manos a la cabecera de la cama. Y como me fuiste desnudando muy despacio, con una lentitud que me hacía sufrir. Cómo me miraste con esos ojos picaruelos con los que me abrazaste cada centimetro de piel. Aunque era la primera vez que me tenías desnudo la posible vergüenza desapareció tornándose en morbo. Entonces fuiste tú, la que de forma descarada te ibas quitando tus prendas una a una, hasta que finalmente tu tanga negro me lo lanzaste a la cara.
No recuerdo haber visto cuerpo más atractivo cerca, pero mis manos atadas no me dejaban aprehenderte. Tu cuerpo se convirtió, entonces, en una fábrica se sensaciones que se derramaban sobre el mío. Tus dedos se multiplicaron por mis rincones, mientras tu lengua abrillantaba mi piel. Te sentaste sobre mi barriga y tu minúsculo vello la cosquilleaba. Mientras dos parejas, una de ojos brillantes y otra de pechos lustrosos, se movían sobre mí, acompasadamente, acariciando el aire que me envolvía. Sentía que todo el calor que estaba atravesando mi cuerpo se estaba concentrando en un sólo punto. Parece que lo notaste y desplazándote hacia atrás trataste de calmarlo con la caricia de tus "labios". Tus caderas se movieron circularmente hasta que, de pronto, tu respiración se aceleró, tus ojos se cerraron y yo, a la vez, sentí como una corriente eléctrica sacudía todo mi cuerpo, hasta que cesó quedando exhausto.
Esta mañana Celia, necesitaba recordar aquel rato. Hay momentos en que es necesario el recuerdo para sobrevivir y esta mañana, al amanecer, lo hice contigo.
He dormido bien esta noche, pero cuando me desperté estaba inquieto. Con esa inquietud que crean las carencias y las frustraciones; y mi mente, aprovechando un hueco en la ventana, voló hacia ti. Reviví sentimientos y sensaciones, querencias y locuras. Volví aquel día en que quitándote el pañuelo que tenías anudado a tu cuello me dejé atar las manos a la cabecera de la cama. Y como me fuiste desnudando muy despacio, con una lentitud que me hacía sufrir. Cómo me miraste con esos ojos picaruelos con los que me abrazaste cada centimetro de piel. Aunque era la primera vez que me tenías desnudo la posible vergüenza desapareció tornándose en morbo. Entonces fuiste tú, la que de forma descarada te ibas quitando tus prendas una a una, hasta que finalmente tu tanga negro me lo lanzaste a la cara.
No recuerdo haber visto cuerpo más atractivo cerca, pero mis manos atadas no me dejaban aprehenderte. Tu cuerpo se convirtió, entonces, en una fábrica se sensaciones que se derramaban sobre el mío. Tus dedos se multiplicaron por mis rincones, mientras tu lengua abrillantaba mi piel. Te sentaste sobre mi barriga y tu minúsculo vello la cosquilleaba. Mientras dos parejas, una de ojos brillantes y otra de pechos lustrosos, se movían sobre mí, acompasadamente, acariciando el aire que me envolvía. Sentía que todo el calor que estaba atravesando mi cuerpo se estaba concentrando en un sólo punto. Parece que lo notaste y desplazándote hacia atrás trataste de calmarlo con la caricia de tus "labios". Tus caderas se movieron circularmente hasta que, de pronto, tu respiración se aceleró, tus ojos se cerraron y yo, a la vez, sentí como una corriente eléctrica sacudía todo mi cuerpo, hasta que cesó quedando exhausto.
Esta mañana Celia, necesitaba recordar aquel rato. Hay momentos en que es necesario el recuerdo para sobrevivir y esta mañana, al amanecer, lo hice contigo.
2 comentarios
Brisa -
Darilea -
Un sueño que te despierta en la noche, tu forma de expresarlo me dejo sin calzado.
Un beso Muackk