Cómplices
Hoy leyendo un texto, me acordé de ti, que de vez en cuando entras por aquí y he decidido postearlo para dedicártelo:
"No quiero ofrecerte cosas que no deseas. Me atrevo a proponerte, eso sí, mi complicidad. No se trata solamente, como dijimos, de estar recíprocamente disponibles (24 horas al día, matizaste tú, en uno de tus arrebatos; porque tú también te arrebataste varias veces). Se trata de aceptarse plenamente, de ser, repito, cómplices. En todos los y en todas las delicias. Me gustaría verte con alguna frecuencia, además (y, que conste, digo alguna por concesión al realismo: me gustaría verte con toda frecuencia). Ya lo haremos, si quieres. Lo primero que tengo que saber es si estamos jugando nuestra relación con las mismas reglas (o suficientemente parecidas). No quiero malentendidos, ni trampas, ni frivolidades. Si tú piensas que fue una aventura a olvidar en , tampoco voy a quedar decepcionado. Como aventura habría sido de muchísima calidad, y estaría orgulloso de haberla vivido, de haber sido capaz de vivirla a mis venerables años. De veras. Y, aquí tendrías un amigo, siempre, toujours, for ever.
Por otra parte si aceptas mi complicidad estaré todavía más contento. Será indispensable, sobre todo, mantener la intensidad del contacto. No pretendo ninguna otra planificación. Quiero -por supuesto que quiero- hablar contigo, escribirte, verte. Pero sin capricho. Quiero el contacto contigo porque sé que podemos disfrutarnos, de un modo elevadísimo. Y me niego a aceptar, en principio, las tontas limitaciones de la realidad. Ya se encarga ella (la realidad) de imponer sus decretos, cuando le apetece".
"No quiero ofrecerte cosas que no deseas. Me atrevo a proponerte, eso sí, mi complicidad. No se trata solamente, como dijimos, de estar recíprocamente disponibles (24 horas al día, matizaste tú, en uno de tus arrebatos; porque tú también te arrebataste varias veces). Se trata de aceptarse plenamente, de ser, repito, cómplices. En todos los y en todas las delicias. Me gustaría verte con alguna frecuencia, además (y, que conste, digo alguna por concesión al realismo: me gustaría verte con toda frecuencia). Ya lo haremos, si quieres. Lo primero que tengo que saber es si estamos jugando nuestra relación con las mismas reglas (o suficientemente parecidas). No quiero malentendidos, ni trampas, ni frivolidades. Si tú piensas que fue una aventura a olvidar en , tampoco voy a quedar decepcionado. Como aventura habría sido de muchísima calidad, y estaría orgulloso de haberla vivido, de haber sido capaz de vivirla a mis venerables años. De veras. Y, aquí tendrías un amigo, siempre, toujours, for ever.
Por otra parte si aceptas mi complicidad estaré todavía más contento. Será indispensable, sobre todo, mantener la intensidad del contacto. No pretendo ninguna otra planificación. Quiero -por supuesto que quiero- hablar contigo, escribirte, verte. Pero sin capricho. Quiero el contacto contigo porque sé que podemos disfrutarnos, de un modo elevadísimo. Y me niego a aceptar, en principio, las tontas limitaciones de la realidad. Ya se encarga ella (la realidad) de imponer sus decretos, cuando le apetece".
2 comentarios
Crisálida -
Anónimo -
El resto, tú y yo ya lo sabemos...
Besos, desde nuestra complicidad