Conociéndote
Fue cuanto te introduciste hacia ese punto de encuentro no marcado, dejando el libro te seguí, mientras mi mirada jugaba con las oscilaciones de tu cuerpo. Era la primera vez que estábamos tan cerca como para que pudiera sentir tu respiración tanto por el sonido como por la visión hermosa de tus pechos que se hinchaban seductoramente al llenarse de aire. El viento me trajo por primera vez el sonido de tu voz, muy distinta a como imaginaba. Pero ¿es que se puede imaginar una voz? Pude ver, entonces, las pecas que adornaban pícaramente tu cara y por un instante, y como buscando una excusa, me hubiera gustado acercarme lo suficiente como para borrarlas una a una con mis labios y que tus brazos se asieran a mi alrededor como los tentáculos de un pulpo. Y en ese momento me sentí flotar.... Me di cuenta, entonces, que estaba terriblemente húmedo, no sólo por abajo sino de pies a cabeza. El sol, entonces, ajeno a todo aquello comenzó a declinar y desapareció ya con sus colores lindamente desvaídos tras el horizonte. Fue cuando abandonaste aquel rincón del mar, y saliste hacia la arena como una sirena, con tus rizos destruidos por el agua acariciando con suavidad tus hombros. Secaste todo tu cuerpo con estudiada parsimonia, deseé ser tu toalla, y echando una última mirada al mar, en donde yo seguía, recogiendo tus cosas de la arena y poniéndote un escueto vestido te fuiste de la playa. Yo, entonces, en el agua todavía, dejé de flotar y me hundí hasta sentir el fondo bajo mis pies.
3 comentarios
cubanito -
Deveras que si. La memoria hace parte de la magia de la vida, porque recordar tambien es vivir...
Gracias por tu presencia en mi humilde blog,
saludos
Lycaena -
Hermoso y sensual texto, por un momento me pareció estar en la playa viendo a los personajes del relato.
Enigmática -