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AIRES ABIERTOS

Dos tazas

Dos tazas

          Dos tazas circulares, repletas de café humeante, que depositadas sobre sus respectivos platos, semejan dos pupilas oscuras o, si la mente vuela más, dos pezones oscuros que sobresalen acicalando el instante. Tazas que sirvieron de excusa para sentarnos, los dos, en torno a una mesa sin esquinas y en ese determinado instante en que coincidieron nuestras vidas. Dos tazas que parecen imantarnos hacia el centro de la mesa, olvidando todo el resto del mundo que sale de aquellos múltiples círculos. El café humea y sus volutas hacen danzar las líneas de tu rostro en sinuosos movimientos que iluminan la luz con la que tus ojos me enfocan y acompasan la exquisita largura de tus negras pestañas.  

           Mis dedos inician un inaudito viaje por la superficie de la mesa, intentando salvar esa distancia que nos separa, pero antes de llegar al final se encuentran con los tuyos. Tamaños muy diferentes de nuestras manos pero que al sentirse se funden con facilidad, se complementan aderezadas por ese aroma de café que tiñe el aire. No sé que sientes tú, pero yo capto la suavidad de tu piel que eléctricamente sacude todo mi cuerpo. Nuestros labios, a distancia, palpitan de deseos inconfensables, imaginaciones desmedidas, de sentimientos que rebosan. De ellos brotan palabras que se anillan en conversaciones mitad adolescente, mitad adulta; mitad ingenua, mitad sabihonda. Piropos que se besan por el aire y las otras manos que se abrazan ahora. Los dos cafés, en medio, se agitan con tanto movimiento a su alrededor.

         Y el tiempo pasa y ellos quedan hasta que rumor silencioso de unos trinos lejanos nos hacen aterrizar devolviéndonos a la realidad. Y nuestros cuerpos se alzan al unísono, se derraman unas gotas de café sobre la mesa, cuando el tiempo desaparece extenuado. Esta vez se encuentran nuestros labios y un beso intenso los funde arrancándose lágrimas secas de despedida.

          Entonces, es cuando no tienes más remedio que irte, las tazas se quedan solitarias o, mejor dicho, mutuamente acompañadas y es cuando me confiesas que nunca te gustó el café, que prefieres el té.

2 comentarios

Ella -

jo, como me gusta la expresión esa de "solitarias o, mejor dicho, mutuamente acompañadas".
Un beso artista.

prometeo -

Ya ves, separados por un cafe, que cosas tiene la vida.Un abrazo.