Visita al cementerio
No era un dia aparentemente adecuado para visitar ese cementerio, no hacía viento, el sol brillaba en lo alto y la goma de mis suelas chasqueaba contra la rugosidad de la piedra que cubría el suelo. A mi alrededor sólo silencio, roto levemente por el murmullo macilento, que crea la nostalgia, prendido de las ramas de los árboles que me rodeaban.
Caminaba con ese andar que marcamos cuando no vamos a ningún sitio, por entre las lápidas grises y negras que me rodeaban. La imaginación imantada hacia el pasado y la pena pesando en el presente. Me acercaba a aquellos túmulos tan lisos como fríos, a pesar de la alta temperatura, y mis dedos trataban de arrancarles esos restos de vida que un día hubo y ahora, por mucho que me empeñara, ya no existía. Flores desnudas de pétalos se arremolinaban por los rincones y, en un determinado momento, empecé a arrepentirme de esta visita al cementerio de las "palabras muertas".
Sí, aquí yacían, aquellas palabras que un día brotaron espontáneamente de mi yo profundo y formaron ristras de ideas, en el aire o el papel, vivas, almibaradas y tiernas. Palabras que derribaron muros, que ardonaron ideas o socavaron corazones; que incluso jugando sólo con veintiocho letras producía combinaciones inimaginables recreadas en ternura e ilusión. Pero el tinte ocre del tiempo las decoloró y se fueron lastrando hasta que murieron en sí mismas y quedaron depositadas en este lugar.
El paseo termina y mientras salgo de este recinto, me engaño con la idea de que sorpresivamente un "terremoto" recorra este desmadejado paraje y quebrando la firmeza de estas losas, dejen salir por sus resquicios, otra vez vivas todas las palabras que allí se encierran.
4 comentarios
prometeo -
Ligia -
Sensai -
Un beso.
Adela -
un beso.