Paseo por la playa
Se dieron la mano y se miraron a los ojos.
-¿Dónde vamos esta mañana?
-¿Vamos a la playa?
-De acuerdo...
Y en poco tiempo se encontraron allí. Disfrutaron de un día maravilloso en aquella playa desierta, en el que el sol revitalizó sus cuerpos desnudos. Se enfrentaron en luchas sin cuartel sobre olas espumosas y se dejaron envolver, al unísono, por la envoltura delicada y sensual de la piel ajena. Cabalgaron sobre las nubes, caminaron sobre el agua y se enfrentaron en caricias inimaginables. Al fin con esa húmedad ambarina que las gotas saladas, mezclas de sudor y sal, vestían sobre su cuerpo se tumbaron cuan largos eran sobre la arena y se dejaron acariciar melosamente por los rayos de sol... pero la mañana terminó.
Dos figuras blancas aparecieron tras ellos, apartaron aquellas sillas ortopédicas de la ventana y las condujeron, mientras ellos seguían de la mano, al comedor del asilo.
-¡Qué le gusta a esta pareja pasarse la mañana mirando por la ventana! Y eso que sólo se ven pasar coches por aquí delante.
Mientras servían sus platos, ellos uno a lado de la otra, se miraban y sonreían.
4 comentarios
Lludria -
Pequeña Langosta -
Qué dulce y qué bonito lo has descrito.
Eduardo Parra Istúriz -
prometeo -