La almohada
Un día que ibas a salir con tus amigotes me compraste una almohada grande. Así no estará la cama tan vacía cuando yo llegue tarde, me dijiste. Esas salidas se han convertido en habituales y, desde luego, en esos momentos, la almohada me ayuda a sentirme mucho menos sola.
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Sur -
Ha servido como fuente a mis lágrimas ante cualquier sentimiento tales como nostalgia, ausencia e incluso alegría.
Y por último y no menos importante también sirve de placer en esos momentos en que me invade la soledad y el recuerdo de un hombre que no esté a mi lado, para ponerla entre mis piernas y rozarla con mi sexo.