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AIRES ABIERTOS

Secuestrándote

Secuestrándote

   Fue justo ese instante en que el sueño intentaba apoderarse de mí. Hice un último esfuerzo, para secuestrarte y traerte hacia mí desde donde quieras que estuviese. Me resistía a esa soledad de la cama vacía y, no sé cómo, al instante estabas a mi lado. Tu ojos me miraban sorprendido, mientras tu cabello despeinado vestía tu rostro de esa serena belleza tuya que siempre me seduce. Llevabas un camisón corto de escasa tela que dejaba al descubierto las simétricas curvas de tus nalgas, plateadas con la luz de la luna que las coloreaba a través de mi ventana. Te asiste a mis pechos con tus manos, como si temieras caer, mientras tus labios vestían mi piel con el brillo rutilante de tu saliva. Ahora, fueron mis manos las que agarrando tenue la dulce presión de la piel de tus nalgas colocó tu cuerpo sobre el mío. Te acurrucaste entre mis brazos y sintiéndote en tan íntima cercanía, me dejé arrastrar por el sueño, feliz de haberte podido secuestrar de esta manera. Cuando desperté, dudando si lo había soñado, tu camisón descansaba sobre mi cuerpo desnudo.

1 comentario

laurel -

He sentido tantas veces esta sensación que ahora leyéndolo siento que alguien lo escribió por mí.