La sombra solitaria
Se había acostumbrado a caminar al unísono con aquella otra sombra, por eso al despertar por la mañana, con esa extraña manera como lo hacen las sombras: sin abrir los párpados, se extrañó de no encontrarla a su lado. Miró a su alrededor y no la vio. Se deslizó con velocidad de sombra por paredes y suelos, rebuscó en rincones y hasta se introdujo en minúsculos resquicios, pero…¡había desaparecido!
Llevaban juntos mucho tiempo e incluso cada vez se sentía más cerca de ella ¿Qué habría pasado por la cabeza de su amiga para que desapareciera sin decirle nada? ¿habría hecho algo que le hubiera sentado mal a ella? Por más que pensaba no llegó a imaginar el motivo de aquella huída.
De pronto, un extraño bostezo resonó en su interior y notó como si una parte de sí se espabilara ¿qué le estaba pasando? Escuchó la risa sonora de su amiga que partía de su interior y entonces su corazón de sombra iluminó su inteligencia. Su amiga no se había ido, efectivamente con el tiempo se habían acercado tanto que ahora ella se había introducido en su interior y, desde entonces, aquellas dos sombras que siempre había ido reflejadas a par en las paredes, pasaron a formar una única e indivisible sombra, que ya nunca más se sentiría solitaria.
6 comentarios
nerea -
Enhorabuena, sabes como enganchar a tu publico, una historia pequeña, pero grande en contenido, sigue así eres muy bueno, por cierto soy fan de tus dibujos, en tu galería ay dibujos muy buenos.
Besitos
desiree -
un beso
Isabel -
David Ballota -
Persephone -
Y yo sin encontrar aún mi otra sombra!
prometeo -
Un abrazo.