Hablando desde la bañera
Hacía algunas horas que no sabía de ti y aquel tiempo me parecía una eternidad. Sin poder aguantarme y no importándome ser desvergonzadamente pesado, te llamé al móvil. Iba a excusarme preguntándote que te apetecía que te regalara por tu cumpleaños. Me contestó tu voz siempre acariciadora y no tardé en darme cuenta, al escuchar el chapoteo, de que te encontrabas en la bañera. Me invadió un deseo irrefrenable de estar contigo e imaginé las líneas de tu cuerpo que tantas veces había diseñado, lo mimosamente ornadas que estarían por los caprichosos pegotes de espuma blanca.
Te confesé mi excitación y como si mis palabras actuaran como un detonante, empezaste a acariciarte con fruición. A mis oídos llegaba la agitación, que el movimiento de tu mano, producía en el agua, podía sentir cómo la humedad de tu cuerpo se deslizaba, arriba y abajo, por la superficie de la bañera. Agucé el oído y mientras acariciaba tu oído con la leve suavidad de mis palabras, no tardé en escuchar, primero cómo se agitaba tu respiración y seguidamente tus gemidos que iban aumentando de volumen. Siempre me había excitado como huías del silencio cuando te calentaba. Aquellos gemidos, se aceleraron, y en un determinado momento se convirtió en un grito desgarrador que acabó súbitamente en un gluglu que sonó al otro lado...luego la linea ¡se perdió! No fue difícil darme cuenta que habías desaparecido toda tú bajo el agua...móvil incluido. ¡Ya sabía que regalarte!
3 comentarios
Prometeo -
Calila -
Saludos
tejedora -
El final tiene un humor un tanto sutil.
Un abrazo.
http://tejedoradepalabras.blogspot.com/