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AIRES ABIERTOS

El juguete

Era un día como otro cualquiera pero en que no sé por qué algunos sueños lúbricos me habían hecho levantarme especialmente excitado, fogosidad que noté especialmente en el mayor peso y tamaño de mis genitales. Tras el desayuno, el reconfortado del café me despertó del todo pero no mermó mi ánimo libidinoso.

 

Recordé que en un armario de casa había un vibrador y lo tomé entre mis manos…¿y si jugaba con él? No se me había ocurrido nunca, pero aquel pensamiento me dio morbo. Le di la vuelta, giré la rueda trasera y una veloz vibración lo agitó entre mis dedos. No lo pensé mucho y me quedé desnudo. Mi pensamiento actuaba sobre mi pene que levemente empezaba a endurecerse mientras unas gotas brillantes me saludaban desde su punta.

 

Me apetecía ver mi pene hermoso, libre de pelos mientras se iba endureciendo. Cogí la brocha de afeitar y  jabón y pasé con cuidado la cuchilla, mientras disfrutaba viendo como caían al suelo los mechones negros y rizados de vello púbico, hasta que el pubis me quedo liso como la piel de un bebé. Me gustaba sentirlo de esa forma tan insólita mientras lo recorría con las yemas de mis dedos.  El pubis respondía a mis caricias con una piel de gallina y sensaciones nuevas. Jugueteé con los testículos que se removían oscilantes al compás de mis dedos.

 

De una caja de preservativos saqué uno y lo puse al vibrador que pareció sonreírse a través del látex. Cogí un poco de líquido en mi dedo índice y impregné con suavidad, como si me acariciaran a mí, con el extremo del vibrador. Lo puse en marcha, a poca velocidad, más un rumor que un movimiento y desnudo frente al espejo me coloqué en cuclillas. Puse el vibrador en vertical y poquito a poco fui acercándoles mis nalgas.  Al sentir su roce una cierta cosquilla me invadió y, luego, poco a poco aquel extremo húmedo fue acariciando mi orificio. Despacio, con suavidad, aquel aparato fue cumpliendo su función, al principio con cierto trabajo, pero luego con más facilidad, mientras sentía como me iba abriendo, gozaba sintiendo aquellos temblores en mi interior. Nunca había sentido algo así, era una sensación única. Quería más, necesitaba más y con mis dedos aumenté la velocidad de la vibración. Me parecía increíble poder disfrutar de aquella manera, mi mano agarró mi pene que era una vara oscilante en ese momento.  Aún tenía restos del gel lubricante y ello hizo que se deslizara a través de la mano, en un movimiento de vaivén, arriba y abajo, con movimientos suavemente acelerados. Hubo un instante que las dos sensaciones, la de mi orificio vibrante atravesado hasta dentro y la del pene que estaba presto a salir, se unieron en un único punto situado bajo mis testículos y mi cuerpo se sacudió con fuerza, mientras mi respiración acompasaba las sucesivas expulsiones de chorreones blancos sobre el espejo. Me costó unos minutos recuperar mi ritmo normal de respiración y con delicadeza me fui sacando el vibrador. Sentía el orificio placenteramente dilatado. Todavía me temblaba el cuerpo un poco, mientras contemplaba en mis manos aquel juguete con aquella capacidad tan asombrosa.

2 comentarios

inma -

Que osado..un hombre contando sus historias íntimas y privadas sobre los descubrimientos de su cuerpo..Me has hecho sonreir, me ha gustado leerte..Y me siento más acompañada..

Besitos y Feliz Año...Y gracias por pasearte por mi rinconcito

sahrazad -

....y ahora ¿qué te comento?
¡Se me ha puesto dura!
aunque no te diré el qué
Lalalalalralá!
Te lo diré a lo albañil:
A tí si que te iba yo a meté... mano, manooooooo, niño mal pensao!

En serio, me alegra, me motiva, me encanta... tu valentia, tu imaginación.
Claro que sí.
Todo un gustazo.

(no te arrasques muchooooo ¿si?)