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AIRES ABIERTOS

Cosas circulando por fuera

Sólo una mirada

Sólo una mirada

         Hay momentos en que sólo necesitaría observar tu mirada iluminada por el deseo derramándose sobre mi cuerpo desnudo. No me haría falta nada más, ni siquiera que me besaras o tocaras,...sólo eso. Pero cuando vi cómo me mirabas lo único que noté fueron tus ojos velados por la más absoluta de las indiferencias.

Transformación

Transformación

Desde que nuestras pieles se encontraron

la mía de color gris y ceniciento

se ha revestido de un tono brillante

que destella mil colores.

Cuando tres no son multitud ( y 2 )

Cuando tres no son multitud ( y 2 )

Observaba tu cara, mezclada de placer y ansia, y tus ojos chispeantes que me miraban sin ver, como mirándote hacia dentro para sentir más. Me gustaba ver a tu marido clavándote por atrás con esos movimientos rítmicos y suaves que te impulsaban. Me hiciste acercarme al borde del sillón para atrapar mi pene junto a tus labios, lo metiste en tu boca aprovechándote de sus impulsos para deslizarte con tu boca a su través. Lo noté cómo iba creciendo y cómo lo ibas haciendo desaparecer cada vez que recibías un embate. Llegó un momento que casi no te cabía me hiciste deslizar al suelo y fue entonces cuando los dos os colocasteis adecuadamente para que te pudiera penetrar por tu vagina. Al fin habías conseguido, lo que muchas veces habíamos hablado en nuestras morbosas charlas nocturnas, el ser penetrada por tu marido y por mí. Al principio nos costó un poco ponernos al unísono pero no demasiado. Tu tenías tu cara junto a la mía y tus gemidos hacían que la saliva chorreara de tus labios y goteara sobre mi pecho, saliva que aprovechabas para lamer suavemente con tu lengua. Ya vi que no podías aguantar mucho y disfruté viendo como ponías tus ojos en blanco y su respiración se entrecortaba cuando te llegó el orgasmo. Tu marido y yo, poco después y con un orgasmo simultáneo nos vaciamos en tu interior. Quedamos exhaustos y nos tumbamos uno junto al otro, con olor a sudor y a toda una seductora mezcla de jugos. Como una gatita te acercaste, con una pícara sonrisa y tomaste nuestros penes uno en cada mano, estaban un poco debiluchos y con suavidad los besaste introduciéndolos a la vez en la boca. ¡Qué maravilla sentirme “acompañado” dentro de tu boca! No tardaste mucho en ponerlos otra vez duros y los fuiste acariciando, como en una sana competencia, hasta que se volvieron a vaciar esta vez sobre tu pecho.

¡Qué encuentro más maravilloso! Sólo espero que no tardes mucho en volver a llamarme y a redescubrir ese aspecto novedoso de mi sexualidad.

 

Sobre los pies

Sobre los pies

Siempre me han gustado especialmente los pies femeninos. Sus suaves curvas me hacen circular a gran velocidad mi mente por las zonas más atrevidas. Esa colocación tan estudiada de los dedos, acompañados unos a otros y que actúan al unísono desconociendo la palabra soledad. Las uñas tan duras y tan débiles a la vez, con esa capacidad erotizante que le transmite la pintura de uñas, capaz en sus distintos tonos de reflejar el ánimo y la pasión de quien las lleva.

El dedo gordo con esa voluptuosidad que invita a acercarse a los labios para abrazarlo y degustar sus formas, humedeciéndolo con esa languidez de quien no tiene prisas. El meñique, tan pequeño como un apéndice y juguetón, a quien apetece acariciar como a un cachorrillo indefenso. Y entre los dos, los otros tres, más serios, más similares, pero no menos sensuales y que en sus movimientos acompasados siempre me han recordadoal teclado de un piano sobre el que se practica la escala musical. La planta que se nos muestra, siempre con cierta osadía, raramente se ve por casualidad, poderosa, acolchada y con una sensibilidad mutante capaz de tranformar las caricias en cosquillas y viceversa. El puente nueva curva, nuevas seducciones para llegar al talón y completar tan hermosa arquitectura. El cuerpo humano tiene hermosos recovecos, pero sin lugar a dudas uno de los más seductores es el pie. Dadme un pie y el reloj se me parará durante una hora.

La frontera

La frontera Al final, tras mucho pensarlo, decidí atravesar la frontera que nos separaba. Crucé tu valla, para descubrir lo misterioso que ocultabas, pero al otro lado de ella , no encontré ¡NADA!.

Mi regalo

Mi regalo

Hoy quiero enviarte este pequeño regalo de Reyes. Es un sobre no muy grande y cuando lo abras tendrás que mirar bien en su interior para ver lo que contiene. Es un abecedario, para que juegues y al que tras cada letra he atado una ristra de palabra como si fueran cascabeles:

-Abrazos acogedores y necesitados.

-Besos suaves que se encuentran con los tuyos.

-Caricias de seda que lamen toda tu superficie.

-Dedos juguetones que te excitan por doquier.

-Esperanzas continuas de volverte a ver.

-Fuego de un corazón que no se enfría.

-Ganas continuas de sentirte junto a mí.

-Hambre de ti.

-Imaginación mágica en la que siempre estás presente.

-Juegos eróticos de esos en que los dos siempre ganamos.

-Kilos de menos de tanto ejercicio compartido.

-Labios húmedos dispuestos siempre a saciar tu sed.

-Miradas de serpiente de las que se enroscan a tu alrededor

-Noches compartidas en intimidad y cercanía.

-Ñamñam ¡qué gozada “comernos” juntos!

-Olvido de todos los malos ratos.

-Paseando juntos bajo la sombra de los álamos.

-Querer es una palabra que compartimos.

-Rizos juguetones de vello negro.

-Silencios vivos de los que dicen mucho más que las palabras.

-Temblores compartidos

-Umbrosa mi vida cuando te escondiste.

-Vida nueva desde que te conocí.

-XXX : una noche contigo.

-Y qué más te puedo decir?

-Zambomba que te presto para que no dejes de tocar con tu mano.

El juguete

Era un día como otro cualquiera pero en que no sé por qué algunos sueños lúbricos me habían hecho levantarme especialmente excitado, fogosidad que noté especialmente en el mayor peso y tamaño de mis genitales. Tras el desayuno, el reconfortado del café me despertó del todo pero no mermó mi ánimo libidinoso.

 

Recordé que en un armario de casa había un vibrador y lo tomé entre mis manos…¿y si jugaba con él? No se me había ocurrido nunca, pero aquel pensamiento me dio morbo. Le di la vuelta, giré la rueda trasera y una veloz vibración lo agitó entre mis dedos. No lo pensé mucho y me quedé desnudo. Mi pensamiento actuaba sobre mi pene que levemente empezaba a endurecerse mientras unas gotas brillantes me saludaban desde su punta.

 

Me apetecía ver mi pene hermoso, libre de pelos mientras se iba endureciendo. Cogí la brocha de afeitar y  jabón y pasé con cuidado la cuchilla, mientras disfrutaba viendo como caían al suelo los mechones negros y rizados de vello púbico, hasta que el pubis me quedo liso como la piel de un bebé. Me gustaba sentirlo de esa forma tan insólita mientras lo recorría con las yemas de mis dedos.  El pubis respondía a mis caricias con una piel de gallina y sensaciones nuevas. Jugueteé con los testículos que se removían oscilantes al compás de mis dedos.

 

De una caja de preservativos saqué uno y lo puse al vibrador que pareció sonreírse a través del látex. Cogí un poco de líquido en mi dedo índice y impregné con suavidad, como si me acariciaran a mí, con el extremo del vibrador. Lo puse en marcha, a poca velocidad, más un rumor que un movimiento y desnudo frente al espejo me coloqué en cuclillas. Puse el vibrador en vertical y poquito a poco fui acercándoles mis nalgas.  Al sentir su roce una cierta cosquilla me invadió y, luego, poco a poco aquel extremo húmedo fue acariciando mi orificio. Despacio, con suavidad, aquel aparato fue cumpliendo su función, al principio con cierto trabajo, pero luego con más facilidad, mientras sentía como me iba abriendo, gozaba sintiendo aquellos temblores en mi interior. Nunca había sentido algo así, era una sensación única. Quería más, necesitaba más y con mis dedos aumenté la velocidad de la vibración. Me parecía increíble poder disfrutar de aquella manera, mi mano agarró mi pene que era una vara oscilante en ese momento.  Aún tenía restos del gel lubricante y ello hizo que se deslizara a través de la mano, en un movimiento de vaivén, arriba y abajo, con movimientos suavemente acelerados. Hubo un instante que las dos sensaciones, la de mi orificio vibrante atravesado hasta dentro y la del pene que estaba presto a salir, se unieron en un único punto situado bajo mis testículos y mi cuerpo se sacudió con fuerza, mientras mi respiración acompasaba las sucesivas expulsiones de chorreones blancos sobre el espejo. Me costó unos minutos recuperar mi ritmo normal de respiración y con delicadeza me fui sacando el vibrador. Sentía el orificio placenteramente dilatado. Todavía me temblaba el cuerpo un poco, mientras contemplaba en mis manos aquel juguete con aquella capacidad tan asombrosa.

Mientras mi mano..., tu mano...

Mientras mi mano..., tu mano...

Nuestras manos despertaron a la vez.

Mientras mi manos se acercaba a ti,

la tuya permanecía impasible.

Mientras mi mano acarició tu cuello,

la tuya no se movió.

Mientras mi mano moldeó la forma de tus pechos,

la tuya quedó quieta.

Mientras mi mano descendió lenta por tu barriga,

la tuya estaba estática.

Mientras mi mano horadó tu ombligo,

la tuya permaneció inmóvil.

Mientras mi mano gustó tu pubis,

la tuya siguió en su sitio.

Mientras mi mano besó tus labios bajos,

la tuya estuvo totalmente pasiva.

Mientras mi mano seguía...

¡al fin la tuya se agitó!

Dio un manotazo en el aire

mientras decías: ¡creo que voy a levantarme ya!

Y mi mano, entonces, continuó buscando por la cama

y solitaria, sólo se encontró a la otra mano.

Las dos se cruzaron y comprendieron

y el sudor desesperado

se transformó en lágrimas de soledad.

Cómplices

Hoy leyendo un texto, me acordé de ti, que de vez en cuando entras por aquí y he decidido postearlo para dedicártelo:

"No quiero ofrecerte cosas que no deseas. Me atrevo a proponerte, eso sí, mi complicidad. No se trata solamente, como dijimos, de estar recíprocamente disponibles (24 horas al día, matizaste tú, en uno de tus arrebatos; porque tú también te arrebataste varias veces). Se trata de aceptarse plenamente, de ser, repito, cómplices. En todos los y en todas las delicias. Me gustaría verte con alguna frecuencia, además (y, que conste, digo alguna por concesión al realismo: me gustaría verte con toda frecuencia). Ya lo haremos, si quieres. Lo primero que tengo que saber es si estamos jugando nuestra relación con las mismas reglas (o suficientemente parecidas). No quiero malentendidos, ni trampas, ni frivolidades. Si tú piensas que fue una aventura a olvidar en , tampoco voy a quedar decepcionado. Como aventura habría sido de muchísima calidad, y estaría orgulloso de haberla vivido, de haber sido capaz de vivirla a mis venerables años. De veras. Y, aquí tendrías un amigo, siempre, toujours, for ever.

Por otra parte si aceptas mi complicidad estaré todavía más contento. Será indispensable, sobre todo, mantener la intensidad del contacto. No pretendo ninguna otra planificación. Quiero -por supuesto que quiero- hablar contigo, escribirte, verte. Pero sin capricho. Quiero el contacto contigo porque sé que podemos disfrutarnos, de un modo elevadísimo. Y me niego a aceptar, en principio, las tontas limitaciones de la realidad. Ya se encarga ella (la realidad) de imponer sus decretos, cuando le apetece".

Comicposteando

Comicposteando Hoy quiero postear y expresarme con un dibujo mío en vez de con palabras.

La excursión del sábado

Las obligaciones laborales me han mantenido alejado de mi blog y bien que lo he echado de menos. Especialmente tras lo ocurrido el pasado sábado, he tenido que reprimir las ganas de escribir hasta el día de hoy.

El sábado me llamó Celia para pasar un día de campo, desde nuestra última charla en que habíamos quedado como “simples y profundamente” amigos no habíamos vuelto a hablar. Tal vez no me apetecía o quizás, más o menos inconsciente, lo estuve evitando. El día estaba estupendo soleado y un aire fresco nos envolvió cuando aparcamos el coche. Es un paisaje único y solitario y nos pusimos a hacer una ruta con unos bocadillos a cuesta que habíamos comprado en un pueblo cercano.

Tras una hora andando y superado un pequeño bosquecillo, llegamos a una altura en la que se podía divisar una preciosa vista de la meseta. Entonces le dije que se pusiera que quería hacerle una foto en aquel idílico lugar y fue, cuando ella sorprendiéndome, me agarró con una mano la parte más baja de la espalda y con la otra me bajó el cuello para acercar sus labios. Quedé tan sorprendido que me vi incapaz de reaccionar mientras saboreaba sus labios que jugueteaban con los míos como si se tratara de un caramelo.

Noté como mi excitación crecía pero con esa dificultad física que me imponía su cuerpo al no dejar nada de separación mientras se frotaba con el mío. Ella empezó a quitarme los botones, primero de la camisa, con esa segura lentitud que no permite modificar el ritmo, y luego los de los pantalones. Mientras me iba sacando estos, me miraba con una mirada pícara y brillante que me hacía disfrutar especialmente de su “dejar hacer”, especialmente cuando liberándome del todo hizo que el aire bañara todo mi cuerpo. Liberación que fue breve porque tirándose al suelo cuan larga era la tomó entre sus labios mientras con habilidad manifiesta me extraía sensaciones que nunca había experimentado. No puedo decir cuanto duró aquello sólo recuerdo a una mariposa de vivos colores que pasó una décima de segundo antes de que entornara los ojos y, por primera vez en mi vida, viera fuegos artificiales en pleno día.

Luego me tumbé sobre la hierba contemplando como las nubes correteaban por el cielo mientras sus labios, aún húmedos y calientes, besaban suavemente mi pecho. ¿No decías que preferías a partir de ahora que siguiéramos siendo amigos?, le dije. Ella sonreía mientras me respondió: ¡Pero eso era el otro día!

El otro día leía en un blog que los hombres sólo estamos preparados para 16 colores, que es imposible configurar “su monitor” para una gama mayor de colores. Por semejanza, yo cada vez me convenzo más que el monitor de las mujeres tiene miles de colores, muchos de ellos imposibles de obtener en el espectro del arco iris.

¿Amigos?

¿Amigos? Una vez más, Celia, quiero reflexionar contigo en voz alta, pero esta vez sobre lo que nos pasó ayer. Cuando quedamos para tomar café, nada más verte me extrañó tu expresión. No sé cómo explicarte, es como si percibiera una nube negra que fuera a descargar sobre mí. Me sonreíste mientras encendías ese cigarro que usas siempre que quieres dilatar el tiempo y no sabes que decir y me miraste a los ojos.

Tengo que decirte algo, no te enfades; me dijiste rasgando el silencio. Debí poner cara de cero, no sé que es pero algo así sería, porque me cogiste la mano; la tenías fría, y me la apretaste con cariño.He estado pensando sobre nosotros, seguiste diciendo, y he decidido que no quiero ir "más allá" contigo, simplemente me gustaría tenerte como un buen amigo. Me conozco y sé que, si las cosas no salen bien, mi actitud hacia ti puede cambiar y prefiero saber que siempre puedo tenerte como buen amigo y contar contigo. Tú tienes la culpa, has sido demasiado bueno conmigo y me has aguantado mis neuras en los momentos malos. Me gustaría seguir teniendo ese apoyo. Ese fue todo tu discurso. Ahora fuiste tú la que pusiste la cara de cero.

Puse gesto de no entender lo que decías, mientras veía tu rostro desdibujado por las volutas del humo, aunque demasiado bien que lo entendí. No era la primera vez que me pasaba eso. Del mero conocimiento, evolucionamos a la complicidad, de ahí a una buena amistad; que aunque yo procuré trasgredir e ir más allá, ahí se quedó. Supongo que no es fácil encontrar a alguien del otro sexo que te escuche, que no te pida nada a cambio, que esté pendiente de ti si exigirte y procurando animarte cuando pasas un mal rato. Alguien a quien puedes abrir tus secretos más íntimos sin temor a que te lo rebote y con la tranquilidad de que sabrá ponerse en tu lugar y decirte la palabra que necesitas. No es la primera vez que has llorado entre mis brazos esos desengaños amorosos, que has tenido en otros jardines, y me temo que no será la última.

Ante eso que te pude decir, que aquí me seguirás teniendo para acogerte entre mis brazos cuando lo necesites, te quiero demasiado como para darte la espalda. Y cuando no te tenga entre ellos seguiré buscando en otro jardín esa flor que me dé aquello que, con gran dolor de mi corazón, desde ayer me has negado.

Andando

Andando ¿Por qué me dará la impresión que cuanto más ando para delante e intento avanzar, más me estoy alejando de ti? ¿Será que para reencontrarnos tendré que andar de espaldas?

A veces la realidad...

A veces la realidad... Tras unos días de obligada ausencia vuelvo a postear. En esta ocasión con una de esas noticias, sucedida en un pueblo de la provincia de Cádiz, que leo en el periódico y, por lo sorprendente, se demuestra que la realidad a veces supera, y con mucho, a la ficción.

Una mujer de 41 años que está durmiendo en su cama de madrugada. A las cinco y cuarto, el panadero de 45 años que ve la puerta abierta entra en la casa y se mete en la cama con ella. Empieza a acariciarla y ella le pregunta si es su novio, él en voz baja le dice que sí. Sigue acariciándola hasta penetrarla. Cuando termina, ella lo nota nervioso y él dice que se va levantar para ir al cuarto de baño. Pero observa que, en vez de al cuarto de baño, se va para la calle; entonces reconoce al panadero que sale corriendo. Ella lo denuncia ante la Guardia Civil, que lo ha detenido por violación. El panadero lo único que alega es que como encontró la puerta abierta se metió dentro.

¡Menuda joya el elemento!Y ella tampoco conocía a su novio?

Equívoco

Equívoco No entendí, en principio, lo que me dijo mi amigo mientras manipulaba su móvil: “Sería necesario un móvil especial para los presbíteros”.

-“¿Qué tuviera música sacra o algo así?”.
-¡Noooo!

Luego me aclaró que a lo que se refería era a un móvil con números grandes para los présbites.

Las banderas

Las banderas Sentado en una butaca en la playa, vi cómo el viento hacía ondear las dos banderas colocándolas en paralelo. En un momento, en que pensaron que nadie las miraba, sus telas se cruzaron en el aire estallando en un beso.

*Respuestas a los acertijos del post anterior:
1) La magdalena
2) El anillo

Acertijos

Hay días en que uno está menos inspirado para escribir un post y por eso lo que voy a poner hoy son dos acertijos:

1)Entra seca y arrogante y sale fofa y chorreante

2)Soy redondo como el queso, y en las mujeres penetro hasta el hueso.

Una pista son dos cosas diferentes, una blanda y otra dura. Las soluciones en el próximo post, se admiten posibles respuestas.

Lágrimas

Lágrimas Abrí el cajón, saqué el cuchillo y me dirigí hacia ella. En el momento en que se lo clavé no pude reprimir las lágrimas. Siempre me sucede lo mismo con las cebollas. Pero esta vez había algo nuevo mis lágrimas caían al mismo ritmo que las gotas de lluvia sobre la ventana.

Modos de expresión

Una de las cosas por la que he abierto el blog es como modo de expresión. El expresarnos es una necesidad que todos llevamos dentro y que intentamos subsanar con mayor o menor fortuna. Todos necesitamos sacar afuera eso que guardamos en nuestro interior, seguro que no es todo, pero sí al menos esa parte que nos gustaría compartir y sacar de los límites que nos impone nuestro cuerpo.

No siempre es fácil el expresarse, ya que condicionamientos síquicos o físicos limitan ese deseo. En cuanto a los medios también son variados. Sobre todo hay dos formas orales y escritas. Las dos tienen sus modos y peculiaridades.

La escritura siempre parece que es una forma de expresarse más pausada porque aunque se escribiera tal como va saliendo siempre cabe la posibilidad ir pensando e incluso borrando lo que escribimos para que nuestra expresión sea “más nuestra”. La carta es una de las formas de escritura, ha quedado como resabio romántico y peculiar de otras épocas. Es un género en desuso del que me considero ferviente admirador y aunque pocos se aplican al escribirla, a todos nos da gran alegría recibir una de un ser querido, donde vemos el trabajo que se ha tomado por nosotros, desde coger el papel y escribirla hasta poner el sello y buscar el buzón. El correo electrónico es el que está más de moda, permite enviar a la otra parte del globo nuestras ideas con un simple tecleo. Algo similar a lo que ocurre con los mensajes de móviles, pero estos por su tamaño necesitan más capacidad de concreción. El chateo el modo de expresarse más “sospechoso”, sobre todos para los que no conocen Internet, forma de acercamiento entre personas que nunca se encontrarían en la vida real.

En cuanto a la forma oral tenemos el teléfono. Donde el gran rey actual es el móvil. Ese instrumento práctico pero incómodo que, en manos de maleducados, nos hemos acostumbrado a su estridencia hasta en los lugares y situaciones menos oportunas. El teléfono aproxima, las modulaciones de voz nos retratan a quien no vemos y a ser insoportables los silencios, uno se aburriría con un teléfono pegado en la oreja del que no sale sonido alguno, a veces origina aturrullamiento y obliga a una mayor espontaneidad.

Y por último tenemos la conversación con otra persona. Este es el modo de expresión más directo aunque condicionado por la personalidad del que se expresa; hay gente de pocas palabras, otras de verbo fácil y desinhibido. Algunos que se expresan mucho con pocas palabras y otros que no dicen nada en largas retahílas. Al fin hay otro grupo que a modo de “terroristas verbales” sus palabras fluyen ocasionando tormentas y vergüenzas ajenas alrededor, para colmo tienen la habilidad de que usan lo que otros le dicen en privado o confianza para utilizarlo como contraargumentos. Son gente que, salvo que sean más estúpidos, todavía, de lo que demuestran, se percatarán que a su alrededor cada vez hay más silencio, porque ¿quién se va a atrever a contarles algo?

Cuidarse

Cuidarse Siempre había escuchado a mis mayores aquella frase de: “ya va teniendo edad para cuidarse”, que se empleaba cuando la persona aludida sólo estaba para “sopitas y buen vino”. No pensaba que un día el médico me la dijera a mí y por culpa de la tensión me recomendara cambiar el tipo de vida.

Yo siempre he huido del ejercicio físico, en mis tiempos de colegio era donde peores notas sacaba, pero a partir de dicha recomendación he intentado cambiar de mentalidad. No diré que me pongo a jugar ahora al fútbol, lo que debido a mi falta de experiencia sería toda una osadía, pero sí que procuro que mi vida sea lo menos sedentaria posible.

Esto coincidió con la apertura de un gimnasio al que me apunté sin muchas ganas pero con la idea clara de ser constante. Y eso sí que lo he conseguido, ya llevo ocho meses yendo y si bien no me he mus-culado demasiado si he conseguido al menos no estar más-culado. También procuro andar todo lo posible. La verdad es que me siento mucho más a gusto conmigo mismo. Al reconciliarme con mi cuerpo, que si bien tiene más arrugas, canas y ondulaciones que hace veinte años, al menos he reducido barriga, me siento más seguro de mí mismo y con la autoestima más alta. Incluso me he apuntado en algunos aspectos a la moda metrosexual, uso una crema para la cara y me quito los cuatro pelos que tenía en el pecho, me noto más estético y además la sensibilidad de mi pecho ha aumentado varios enteros hasta límites insospechados.